miércoles, 8 de julio de 2009

Fitoterapia para problemas de eyaculación precoz

La eyaculación precoz es un problema mucho más común de lo que se cree. De hecho el 75% de la población masculina se ve afectada por ella en algún momento de su vida.
La raiz de este problema suele ser el stress, y no es casualidad que la eyaculación precoz sea tan habitual en los hombres occidentales, en los machos latinos. En una sociedad en que el hombre tiene que ser macho, tenerla grande, y rendir el triple que cualquier otro para demostrar su hombría, es lógico que muchos se sientan presionados e inseguros. Sin embargo, no es esta la única causa, no debemos quitarles mérito a la vida sedentaria, una mala dieta alimenticia, el tabaco y el alcohol; y en menor porcentaje a problemas físicos como hipotiroidismo, disfunciones circulatorias, neurológicas, etc.




Machos - Nicolás Liebe

Quiero apuntar en esta ocasión, a la gran mayoria, a los estresados; ya que existen dentro de las terapias naturistas diferentes opciones para solucionar el problema de la eyaculación precoz.

Se requiere de paciencia y constancia a la hora de realizar la ejercitación, o la terapia fitoterápica.
El objetivo es retardar la eyaculación, para esto se puede recurrir a prácticas masturbatorias, que pueden realizarse o no en pareja. La idea es llegar a un alto nivel de exitación y quitar el estímulo antes de que se produzca la eyaculación, varias sucesivas. Se recomienda, en el caso de hacerlo en pareja, no estimular directamente los genitales.
Se debe también aprender a controlar el impulso eyaculatorio, para lograr esta educación, al notar el impulso de eyaculación, se ejerce una presión en la parte inferior del glande hasta que el impulso desaparezca, sucesivamente a lo largo de la masturbación, solo o en pareja. Con el correr de las prácticas el control se hará mentalmente.
También ayudará a la terapia que las preliminares en el encuentro sexual, sean más tranquilas, y pausadas. Relentizar el juego previo con la pareja, puede disminuir el impulso eyaculatorio, además de relajar más a quien tenga el problema, al asumir que la erección y lo que esta dure no son lo más importante.

En el tratamiento fitoterapéutico, se utilizan plantas que actúan sobre el sistema nervioso evitando la ansiedad:

Hierba Luisa: (Lippia citriodora ( Cav. ) Kunth) Infusiones de hojas secas, dos tazas al día.

Manzanilla: (Matricaria chamomilla L.) dos tazas al día de infusión de las sumidades florales.

Valeriana: (Valeriana officinalis L.) Infusión de la planta seca 10 minutos antes de tener relaciones sexuales.

Lúpulo: (Humulus lupulus) Infusión de una cucharada de flores femeninas secas de lúpulo en una taza de agua durante 10 minutos. Tomar una taza una hora antes del acto sexual. Por las propiedades anafrodisíacas del lúpulo, este preparado debe evitarse en aquellos casa en que exista poco deseo sexual, dado que esta preparación tiende a disminuirlo.


Romero: (Rosmarinus officinalis) Baños de asiento para sedar los genitales. Añadir un litro de infusión de hojas secas.


Fuente: Botánica Online

sábado, 4 de julio de 2009

La Nube Errante (Tian bian yi duo yun)

Recomiendo además de la película, la excelente entrevista a Tsai Ming-liang.




Con La nube errante, un film que no se parece a nadie ni a nada que no sea su propia obra, el malayo-taiwanés Tsai Ming-liang vuelve a demostrar que es uno de los autores más originales del cine contemporáneo. Es más, se diría que su cine no se reconoce en ninguna tradición cinematográfica específica y que aun si se quisiera imponer alguna línea de pertenencia –la geometría urbana de Antonioni, por ejemplo– sería una traducción hasta cierto punto lógica pero forzada, que el propio director rechazaría. Por otra parte, aunque Tsai trabaja una materia esencialmente cinematográfica –su cine prescinde casi por completo de diálogos, como en este caso–, son otros mundos a los que lleva asociar su obra: la absurda desolación de Samuel Beckett o los cuerpos suspendidos en el espacio de Pina Bausch, por ejemplo.

Como en esos creadores, en Tsai no hay una voluntad narrativa aristotélica, sino más bien un trabajo de orden conceptual: ideas que son disparadoras de otras ideas, significados nuevos o insólitos que afloran a partir de la utilización anómala de objetos de uso común. La riqueza y la singularidad del cine de Tsai tienen que ver también con su registro múltiple: en su cine hay simultáneamente desesperación y humor, desamparo y erotismo, nihilismo y una inclaudicable vitalidad. Habría que remontarse a Vive l’Amour (1994) o a El río (1996) para encontrar un final más terrible, más angustiante que el de La nube errante, una película paradójicamente plena de gracia, con media docena de números musicales espectaculares, de una deliberada estética kitsch, un poco a la manera de The Hole (1998), con los actores haciendo evidente playback sobre unas canciones pop orientales de los primeros años ’60.

Y si en The Hole –que parece su film en espejo– llovía permanentemente, como si fuera el diluvio final, aquí, por el contrario, el agua escasea: el calor es agobiante y las canillas están permanentemente secas. Y cuando se consigue algo de agua –robándola si es necesario– hay que acumularla como sea, en cientos de botellas plásticas, que son un poco el leitmotiv, los juguetes de la película. Es que el mundo de Tsai Ming-liang es siempre único, el mismo: apocalíptico, sin palabras y plagado de elementos y acciones sorprendentes, como cuando aquí una gigantesca sandía se convierte en un prodigioso sucedáneo sexual.

¿Personajes? Apenas tres: una carnosa actriz porno; su silencioso partenaire (Lee Kang-sheng, protagonista de todos los films de Tsai) y una mujer triste y solitaria, que anda siempre a cuestas con una valija que nunca consigue abrir. Los tres comparten un edificio de departamentos que parecería deshabitado si no fuera porque tarde o temprano se terminan cruzando en un ascensor ominoso o en unos pasillos vacíos e interminables. Contrariamente a esta escasez de elementos, hay una cantidad de ideas, una imaginación visual en el cine de Tsai que no necesita de grandes despliegues, a pesar de que aquí se permite esos multitudinarios números de canto y baile, deliberadamente trash. A la manera de los viejos musicales, esos son los momentos de ensueño –hasta el viejo líder Chang Kai-shek, fosilizado en el bronce, se merece uno– que contrastan con la triste realidad, esa que Tsai resuelve con unos pocos planos, tan austeros como inconfundibles. Mientras la mayoría de sus colegas hace cada vez más televisión en pantalla grande, Tsai es uno de los pocos que no sólo piensa en términos de cine, sino que constantemente busca ampliar sus posibilidades.