lunes, 31 de agosto de 2009

Doggy style

Cuando era una chica de colegio secundario, nada era más bizarro que estudiar en la casa de Evange. Entre afiches, voligomas, libros de historia, a veces de matemáticas, su perrito un enano mechudo (desconozco muchísimo sobre razas, me especializo en perros de madres naturales) muy flaquito e histérico, se paseaba de un lugar a otro de la sala y el patio acunando bajo sus fauces un entregado trapo de pisos. Era muy llamativo como se las ingeniaba para sostenerlo con sus dos manitas, pisarlo con sus patas y meneo va zarandeo viene, deslizarse al compás del amor...

Pero el tiempo pasa y nos vamos poniendo bizarros... y consumistas! Creo que la escena que superaría a ésta tan pintoresca, sería la de verlo a Berto con una Doggy Love Doll... así es... No más trapos señores perritos, no más almohadones viejos, ni peluches resignados a sus necesidades. Ahora pueden tener a esta hermosa Caniche Toy, a la que no hay que andar corriendo por ahí, ni arrastrando por el piso.


Y no dejo de preguntarme, si a esa nena la llenan literalmente de leche, o alguien tiene que hacerse cargo del aseo...










1 comentario:

Lobo dijo...

Quién sabe si para saludable imitación de la naturaleza, finalmente el perro puede quedar abotonado relativo tiempo al "juguete". De lo contrario se trataría de una solución muy artificial: un amor perro no se desprende fácilmente. He visto a perros callejeros, por la unión de un órgano dilatado y el otro contraído, como un cerrojo perfecto, sellando una alianza duradera. Entonces la vecina escandalizada, porque quizás los perros están en su vereda, lanza un balde de agua fría a los animales que, por efecto de la conmoción, en la huida toman direcciones opuestas. Es algo que sospecho semejante al dolor que produce la rotura de un ligamento, cuando escucho el lamento de los perros desabotonados tan abruptamente: un espectáculo horroroso.