jueves, 27 de diciembre de 2007

Stalags - Pornografia Judíos y Nazismo

Corrían los años 60 cuando los testimonios del Holocausto judío tenían en vilo a todo Israel, con el juicio de Eichman.

Al mismo tiempo, salió a las calles una serie de libros de bolsillo pornográficos, que fueron devorados, a escondidas, por muchos púberes y no tanto de la época, muchos de ellos hijos de víctimas y sobrevivientes. Si bien eran prácticamente la única pornografía que podría conseguirse en Israel, la particularidad de estos librillos, es que tenían un morbo increíble, mezclando la violencia, con la venganza, el nazismo y el sexo.



Muchas de estas historias tenían como personajes principales a aviadores estadounidenses y británicos en su mayoría, que eran detenidos, secuestrados por las fuerzas nazis y eran retenidos en los campamentos de la Segunda Guerra mundial, de hecho por estos es que llevan el nombre de stalags.


Estos soldados eran abandonados en las garras de oficiales mujeres nazis, que los sometían a torturas y humillaciones de toda índole, los relatos son por demás perversos. Y generalmente concluían cuando los prisioneros lograban escaparse y someter a las malvadas nazis, las violaban, golpeaban, y humillaban al igual que ellas lo habían hecho con ellos.




Tras décadas de ser ocultados, ya que se vendían clandestinamente, hoy salen a la luz, poniendo en evidencia la autoría israelí de los stalags, cuando siempre se los tomó como relatos provenientes de la lengua inglesa. Incluso Ezra Narkis quien fuera el editor del primer stalag publicado, reconoce que fue el juicio lo que impulsó al género.

“Me di cuenta de que las primeras imágenes del Holocausto que vi, como alguien que creció aquí, eran de mujeres desnudas”, indicó Ari Libsker, cuya película documental “Stalags: Holocaust and Pornography in Israel” (Stalags: El holocausto y la pornografía en Israel) tuvo su premiere en el Festival de Cine de Jerusalén, en julio.

Libsker, de 35 años, nieto de sobrevivientes del Holocausto, afirma que es la mezcla de “horror, sadismo y pornografía” lo que ayuda a perpetuar el recuerdo del Holocausto en la conciencia israelí hasta el día de hoy.


Traducción de un fragmento de la nota publicada por el New York Times:


K. Tzetnik era el seudónimo de Yehiel Feiner De-Nur. El alias, una abreviación de campo de concentración en alemán, se suponía que representaba a todos los supervivientes, una especie de fulano de tal del holocausto. Uno de los más grandes éxitos literarios de K. Tzenik, "La casa de muñecas", publicado en 1953, contaba la historia de un personaje supuestamente identificado con la hermana del autor que sirvió a las SS como esclava sexual en Block 24, el conocido barracón del placer de Auschwitz.

Aunque un clásico del holocausto, muchos académicos lo describen como una farsa pornográfica. "Era ficción," afirma Na'ama Shik, investigador en Yad Vashem y una autoridad en materia de memorias de los mártires y héroes del holocausto. "No había putas judías en Auschwitz."

Aun así, "La casa de muñecas" y otros escritos de K. Tzenik, que murió en 2001, son tratados como narraciones históricas por muchas personas en Israel, y se incluyen entre las lecturas de las escuelas. La película de Libsker muestra al subdirector de una escuela israelí guiando a un grupo de adolescentes por Auschwitz, señalando el Bloque 24 y citando a K. Tzenik. Esta aproximación de la educación sobre el holocausto ha sido criticada cada vez más por un grupo de académicos israelís. "El holocausto fue suficientemente malo sin inventar cosas," afirma el doctor Yablonka.

Sidra Ezrahi, profesor de literatura judía comparada de la Hebrew University of Jerusalem, comenta "Sus libros eran gráficos y bárbaros". Probablemente al principio tuvieron un impacto importante, "Pero con el tiempo", añade, "si esto es lo que han elegido dejar en las lecturas escolares recomendadas, es escandaloso".

Para muchos israelitas, la parte más dramática del juicio a Eichmann fue el testimonio de K. Tzetnik. Su verdadera identidad fue revelada por primera vez en su declaración como testigo, cuando se desmayó. Simultaneamente, los Stalags alcanzaban la cima de su éxito comercial. Yechiel Szeintuch, profesor de literatura yiddish en la Hebrew University, rechaza cualquier conexión entre los sucios Stalags y los escritos de K. Tzetnik como "pecado original". Insiste en que la obra de K. Tzenick está basada en la realidad.

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