miércoles, 19 de marzo de 2008

Masaje en la playa - Penedictor

Dí con este relato recorriendo el Asi como te lo digo, el blog de Penedictor y Ella, una pareja abierta, swinger y liberal que publica sus aventuras y fotos.


Esta es la segunda parte del relato:


Masaje en la Playa II

Me arrimé a ella, me puse a su lado y llenando mis manos con más protector del necesario empecé a dar un masaje en sus pechos, erán grandes, más grandes que los de mi mujer y algo duros.

Rápidamente noté como la escitación hacía efecto en mi polla que creció de forma natural, rápidamente, pero al estar de rodillas junto a ella y ella mirando al cielo tampoco llamó la atención de nadie, solo la mia que orgulloso de mi propio miembro seguía con el masaje.

Estaba disfrutando, ya no veía a mi mujer y a su marido con su masturbación, ahora me importaba menos que nunca lo que estuvieran haciendo, yo estaba en otros asuntos.

Empecé a rodear sus pechos con mis manos, recogía la crema sobrante de su canalillo y volvía a ester formando círculo por todo su pecho. Tenía ganas de chuparlos, me moría por chuparlos, pero no era el momento ni el lugar, tendría que esterar a otra ocasión.

Mientra seguía rozando, sus pezones cada vez más erectos a cada vuelta que daba con mis manos por sus pechos, intentaba apretar cada vez más, lo gusto para no hacer daño, observando su cara para que a la más mínima muestra de dolor aflojar, pero al mismo tiempo seguía apretando como si estuviera penetrandola con mis manos por sus pechos como con mi pene por su coño.

La pedí que se levantara.

Se sentó en la toalla, sentada mirando al mar mientras yo me sentaba a su espalda.

Con mis piernas rodeé las suyas y desde la espalda continúe con el masaje, me gustaba mucho tonar las manos con mucha crema para notar como resbalaban por sus pecho y seguí bajando hasta su tripa.

Me apetecía abrazarla desde atrás.

Pegué mi cuerpo a su espalda y bajé mis manos hasta su coño, abrazándola desde atrás comence a acariciarla el coño. Tenía las manos muy suaves, muy resbaladizas, y también muy lanzadas a introducirse en su coño. Esto creo que no era de mis manos, más bien de mis intenciones.

Me gusta acariciar el coño con toda la mano, no solo introducir el dedo, llenarme la mano con el coño de una mujer, acariciarselo por fuera, notar como sale el fluído y empaparme la mano. Y así lo hice. Mientras hacía esto empecé a besarla en la oreja. Luego me confesó que esto la ponía especialmente caliente.

En ese momento oímos como mi mujer se levantó de la toalla y dijo en voz alta que tenía mucho calor y que se iba al agua y mirando solo a su marido le pidió que la acompañara. Así nos quedamos ella y yo. Mirandolos frente a nosotros, diriguiendose al agua, yo con la mano en su coño, besandola en el cuello y con la polla totalmente tiesa viendo como mi mujer y su marido se metian en el agua.






1 comentario:

Penedictor dijo...

Muy buen relato jajajajaja, que recuerdos me trae.