En la actualidad los guerreros Masai trabajan a nivel turístico como guías o guardias, pero muchos de ellos se dirigen a las playas para intentar conocer y conquistar a alguna mujer blanca que los lleve con ella. Y por supuesto, hay muchas mujeres blancas que buscan una exótica noche con estos guerreros, e incluso varias de ellas se llevan al guerrero a casa.
Lempuris Lalasho, es un guerrero bastante osado, que ha pasado por alto la prohibición de tocar el pelo de una mujer y se ha transformado en peluquero.
Los guerreros masai no tienen permitido tocar el cabello de las mujeres, ya que se considera un acto degradante en su cultura patriarcal, arriesgándose a una maldición de los ancianos o incluso a ser expulsados de la comunidad.
"Si mi padre se entera de lo que estoy haciendo, se enfadará mucho conmigo y podría incluso echarme de casa", afirmó Lalasho, originario de Loitoktok, cerca del monte Kilimanjaro, en la frontera con Tanzania.
"Pero tengo que comer, esa es la razón por la cual rompo el tabú, ya que la vida en la ciudad es muy cara".
Sin embargo, para el anciano masai Michael Ole Tiampati estos actos de hombres como Lalasho amenazan el destino de su cultura. "Es una abominación y una humillación que un moran toque el pelo de una mujer", afirma Tiampati, quien explica que los guerreros de su cultura son percibidos como eróticos por las pensionistas europeas que vienen a su país y afirma que los jóvenes que han ido en contra de los designios de la tradición deben pagar un precio por volver a ser aceptados en la comunidad
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