martes, 29 de enero de 2008

El sexo femenino en la historia

Me resulta llamativo que las mujeres desconozcamos tanto acerca de nuestro genitales, sobre todo si nos comparamos con los hombres y la relación que llevan con sus genitales. No creo que sea por lo que Augusto me dijo: "Es que tienen todo para adentro", creo que es por algo más.

Es de conocimiento popular el que las mujeres hayamos sido siempre un objeto de propiedad de la familia y los hombres, que se tomaron decisiones por nosotras y se cometieron infinidad de abusos, sustentados por la ignorancia y la sumisión de la que fuimos presas. En la antigüedad el adulterio no era un pecado moral, sino un delito de uso de la propiedad ajena, la del esposo. Curioso, no?

Los griegos nos concebían como a una pertenencia, los romanos consideraban la esterilidad motivo de divorcio, la Iglesia Católica nos consideró la amenaza para la salvación del hombre (muy bien descripto en La Sagrada Biblia).
El mismo San Agustín, luego de unirse a la Iglesia, sintió culpa y asco por sus deseos sexuales escribiendo pensamientos como que no conocía nada que hiciera descender la mente masculina de las alturas más que las caricias femeninas y la unión de los cuerpos. La procreación con tales «tentadoras» debía realizarse mediante un acto sexual carente de pasión y con un único objetivo.
Lejos de los conceptos de las religiones asiáticas, la Iglesia Católica acunó inventos como el cinturón de castidad en la época medieval, mediante el cual los esposos cerraban sus "propiedades privadas".

Tras la llegada de los colonizadores, esta es la leche que amamantó a nuestro querido Occidente, que presentaba naturalmente relaciones prematrimoniales, homosexualidad y poligamia entre nuestros antepasados aborígenes.

Hope Ashby, terapeuta y especialista en sexualidad entre culturas distintas, dice que después de que los colonos empezaran a violar a mujeres indias, los nativos americanos fueron quienes promulgaron leyes para prohibir tal comportamiento violento. (Mundo Mujer)

Quienes cedían al adulterio, si eran descubiertos, eran azotados, colocados en el cepo y obligados a realizar confesiones públicas.

Como es natural, a los hombres se los consideraba más racionales y capaces de controlar sus pasiones que a las mujeres, a quienes los pastores reprendían por vestir de forma indebida y tentar a los hombres. Por supuesto, los crímenes sexuales los cometían dos personas, normalmente un hombre y una mujer, pero era más habitual que procesaran y castigaran a la mujer. Dras. Laura y Jennifer Berman

Así nuestra identidad sexual se vió maltratada, humillada y anulada. Como algo sucio e impuro que solamente provoca desgracias.
Y de allí en adelante el carecer de deseo sexual hablaba muy bien de una mujer.


La mujer está en la casa, con los hijos, es una defensora de la moral. Solamente tenía relaciones sexuales con su esposo, luego del matrimonio y con el único fin de procrear si Dios así lo quería. Así llegó a nosotras la insatisfacción sexual.


La sexualidad era algo malo, para eso estaban las prostitutas, y como la histeria (nombre dado a la insatisfacción sexual) de las mujeres casadas no dejaba de avanzar, los médicos estudiaron a esta “enfermedad” y hallaron la solución… Masajear los clítoris de las señoras hasta que alcanzaran el orgasmo y pudieran regresar a sus casas contentas y tranquilas a atender a sus esposos e hijos. Claro, en ese momento no se hablaba de orgasmo sino de "paroxismo histérico".

Al no haber penetración vaginal, esta práctica médica estaba socialmente aceptada.
El vibrador, fue inventado para tal motivo en 1880 por
un médico británico Joseph Mortimer Granville, con el fin de que este masaje terapéutico fuera más sencillo, pero ni se imaginaba en que iba a terminar siendo el quinto artículo para el hogar en volverse eléctrico. (Revista Maxim)

Hasta que llegó Siegmund, y rompió con todos los esquemas empuñando su teoría de que el sexo es la fuerza natural primaria de la vida. Podemos estar de acuerdo o no con algunas de sus teorías, pero vale destacar el gran cambio al que dió lugar.

Todavía queda mucho por depurar...


1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya si habrá basura para depurar en este terreno...
Lamentablemente, aún cuando racionalmente tengamos cada vez más herramientas para desarticular los prejuicios heteronormativos, el falocentrismo parece incidir de tal forma en nuestra subjetivación inconciente que termina por coartar nuestro deseo.
Es una verdadera mierda y todavía falta mucho para poder contrarrestar las consecuencias que semejante economía del placer ha significado -históricamente- para la (in)satisfacción femenina.
Saludos!

Gala

P/S: He akí el ejemplo de esta paparruchada Yankee -quiénes sino- q obliga a sus nenas a mantenerse "puras" (¿?)hasta el matrimonio, predicando que "el verdadero amor sabe esperar". La idea es, básicamente, que las niñas sólo abandonen la dependencia paterna para asumir una nueva subordinación -esta vez marital- y jamás asuman su sexualidad sin estar sujetas a algún hombre que configure su deseo por ellas. Un horror.
http://en.wikipedia.org/wiki/Purity_Ball
http://en.wikipedia.org/wiki/Purity_ring